jueves, 13 de agosto de 2009

Amores crepusculares


[…] Anything that cannot immediately be understood is supremely seductive, and all the more so if it permeates your manner.


Sin duda un libro que está causando la histeria colectiva de niñas y no tan niñas de diversos continentes es Twilight. Su posterior proyección en el cine no ha hecho sino acrecentar el número de admiradores del libro, de la película y del actor Robert Pattinson. Conversando acerca del fenómeno con una experimentada editora española, concluimos que el impacto causado, en primer lugar por el libro, era una consecuencia predecible de una novela cuyos ejes temáticos profundos la emparentan con las novelas de género romántico. En primer lugar, si bien el contexto nos habla de vampiros y hombres lobos, el argumento cuenta la imposibilidad de un amor entre una chica y un vampiro adolescente. Ambos resultan seres de por sí conflictuados, Isabella debido a estar en una escuela nueva (típico trauma gringo, donde el nuevo es marginado de manera cruel en la escuela) y Edward por la lucha interna consigo mismo (instinto versus amor).

Ambas obras exploran temores y deseos típicamente humanos, las recurrentes disputas entre el deseo y la voluntad. Pero hasta aquí, aún no abordamos la clave del éxito de Twilight en la audiencia femenina. La key radica en Edward, cuya caracterización resulta ser una simple suma de los ideales imaginarios femeninos sacados de la literatura y plasmados en el cine de masas. “Joder, que no solo las niñas sino que también las madres y tías les has gustado mucho esa novela”, me dijo esta editora. Este vampiro adolescente posee la clases típicas y fundamentales de la actracción: impredictibilidad, misterio y sensibilidad. Su dureza y frialdad no son sino aparentes y ocultan a un ser conflictuado, difícil de descifrar, sensible y a la vez no, fuerte y a al mismo tiempo débil, rudo pero tierno como para bailar un Clair de lune. Su poder seductor, típico de los arquetipos de los vampiros en la cultura popular, radica en eso: sus acciones son impredecibles, cualidad per se seductora. Por otro lado, su imagen dista del arquetipo vampiresco mostrado en Interview with a vampire por ejemplo, Edward se aproxima, y he ahí otro de los factores de su éxito editorial y cinematográfico, a los códigos de la cultura popular occidental por su propio contexto y apariencia: el rebelde sin causa (con las disculpas del caso a James Dean, rebelde sin causa en el cine y en su propia vida) de una escuela americana.

Villanos y villanas, están advertidos...si buscan en el libro o la película un desarrollo temático vampiresco similares a los filmes donde aparecía un Drácula o Nosferatu, que explore el morbo de nuestro ser, Twilight no es la indicada. Twilight es, básicamente, una obra romántica.

martes, 11 de agosto de 2009

Escrito mañana


Nunca he creído en los deja vu. Nunca pensé en la posibilidad de estar transitando por un espacio ya conocido, ya vivido. Nunca creí que estuviéremos hechos de una retahila de confusos momentos de una(s) vida(s) anterior(es). Nunca sospeché que nuestros pasos nos condujeran al pasado, que no hacemos otra cosa sino retroceder con la torpe ilusión de avanzar, con la impostada sonrisa de alguien que asume su paso por el tiempo como una ecuación exacta que supera la fragilidad humana. Nunca digas nunca, nos dicen los mayores y no tan mayores…Nunca me pareció necesario decirlo, simplemente, porque nunca entendí esa frase.

Nunca había vuelto a sentir esa maldita sensación que recorre cada micronésima parte de tu cuerpo, manifestando esa presencia aparentemente dejada en un espacio y tiempo ya remotos. Nunca había vuelto a dejarme llevar por esa corriente tan absurda. Nunca había vuelto a experimentar mi pasado tan presente.

—Nunca creí en los deja vu…nunca.
—¿Nunca?
—¿Nunca qué?
—Olvídalo

Olvídalo

jueves, 6 de agosto de 2009

So...


Hoy me levanté con la extraña sensación de haber estado dormido por siglos, como salido de un penoso estado de coma. ¿Algúna secuela muy pero muy posterior al vino?, me preguntaba. Quizá se debiese a alguna incómoda postura en mi comodísima cama o quizá dormí más de lo debido, no lo sabía…mi única certeza era sentir mis sentidos (extraña redundancia) más vivos, como regenerados. Se preguntará, respetadísimo (no tanto, para serle honesto) visitante a esta villa, por qué preocuparse por algo aparentemente irrelevante…sencillamente, porque son en aquellos momentos en los cuales descubrimos algo nuevo. Mucho de las grandes ideas que cambiaron y cambian el destino del mundo (para bien o para mal) surgieron dentro de las circunstancias menos protocolares u oficiales. Entonces, me imagino e invitó (casi exhorto) a todos a dejarse llevar aunque sea por unos pocos minutos por los senderos de su imaginación, tomen lo que sea, escuchen lo que sea o hagan lo que sea, pero traten…al menos traten…de imaginar.

Esto es solo un avance y la satisfacción de una necesidad vil: escribir.